jueves, octubre 19, 2006

Crónica de una estupidez paraguaya: Llegan las primeras 75 ton., de carne importada por el país agrícola-ganadero

La decisión de importar carne ha sido tomada sin que medie la existencia de un caos producido por alguna enfermedad, el aniquilamiento de los hatos ganaderos paraguayos, o como resultado de un desastre natural, salvo que así sea denominado el desastre que conlleva la decisión.

La vida es posible sin carne. Lo dice un carnívoro que disfruta de las mil y una formas de deglutir músculos vacunos asados. El nuestro es un país en el que la hipertensión causada por el exceso de consumo de carne, produce más muertes de lo que uno se imagina y que por ende está obligado a buscar alternativas y alterar sus destructivas costumbres alimentarias.
¿Para qué tenemos organismos de salud pública que frecuentemente alertan sobre el exceso en el consumo de carne y de sal? ¿Para qué existen facultades especializadas en las ciencias de la nutrición si no van a lanzar campañas de reeducación de la población a fin de preparar sabrosos, cuan nutritivos platos si la presencia de la carne.
Importar carne es una barbaridad cometida por políticos que buscan sacarse de encima de una manera facilista y antipatriota, un problema que tiene que ver con los vicios de la cultura alimentaria paraguaya que manifiesta un perverso apego a un producto que hoy tiene un precio elevado, aquí y ni qué decir en el país de donde provienen las importaciones.
Otra cosa, este operativo, sólo es posible en función de una lamentable distorsión de la política cambiaria que mantiene artificialmente fortalecido al guaraní frente al dólar. Las autoridades están dando una muestra de estupidez. Un mal ejemplo que nos va a llevar a importar maíz para la producción de chipá y sopa paraguaya.
Es para morirse de vergüenza.

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